EL MÉDICO DE LOS BULTOS (explicando a los niños el cáncer de mama)

LISA

-Lisa, papá y yo tenemos algo que contarte.

Hacía varios días que Lisa sabía que algo no iba bien en casa. Sus padres hablaban en voz baja todas las noches, había visto llorar a su madre un par de veces, y en la última semana el teléfono no dejaba de sonar. Pero cuando les preguntaba qué pasaba no querían hablar del tema.

-¿Es por ese bulto que te ha salido en el pecho? ¿Por lo que has tenido que ir tantas veces al hospital? – preguntó.

Su madre se sentó con ella en brazos y la abrazó muy fuerte.

-Sí, cariño. He pasado estos días yendo a ver a diferentes médicos para que me pudieran estudiar ese bulto. Me han hecho muchas pruebas y análisis, y por fin saben lo que es.

-¿Y qué es?

-Mira, nosotros no te lo vamos a saber explicar bien del todo. Así que hemos pedido a uno de los médicos que te lo explique mejor. Vamos todos juntos a verle; y podrás preguntarle todo lo que quieras, ¿vale?

Una hora después Lisa y sus padres pasaban junto a un letrero que ponía  ONCOLOGÍA, y entraban en la consulta de un médico alto y fuerte, que se levantó sonriendo.ROBERTO

-Lisa, ¡buenos días! Es como si ya te conociera, porque tus padres no dejan de hablar de ti. Venga, siéntate.

Lisa se sentó un poco nerviosa.

-Yo me llamo Roberto – se presentó el médico -, y soy uno de los médicos que ha estado haciendo muchas pruebas a tu madre para ver qué le pasa. Te voy a explicar las cosas de manera  que me entiendas, ¿vale? Si no entiendes algo, me lo preguntas.

-Vale – aceptó Lisa, sentándose muy erguida: ¡que era ella la oyente principal!

-Bien. ¿Qué te ha contado tu madre? – preguntó el médico.

-Sé que le ha salido un bulto y que se lo tenían que mirar- contestó Lisa, nerviosa-. Y que ahora que ya sabían lo que era, tú me lo ibas a explicar.

-Eso es. Un buen día mamá, al ducharse, se dio cuenta de que le había salido un bulto en el pecho que antes no tenía. ¿Te lo ha enseñado?

-Sí, y lo he tocado. Es como una canica – contestó Lisa.

-Muy bien por tu mamá, por enseñártelo. Así será más fácil que lo entiendas. Pues sí, a las personas a veces les salen bultos en alguna parte del cuerpo. Unas veces la persona se da cuenta porque puede tocarlos, si salen en la piel o en el pecho, por ejemplo. Otras veces no se ven, porque están muy profundos, muy dentro del cuerpo; y los médicos los descubren mientras hacen pruebas a alguien que se puso enfermo.

-¿Y por qué salen esos bultos? – preguntó Lisa.

-Bueno, hay muchos tipos de bultos que pueden salir, y por muchos motivos. Por tantos motivos que tardaría varios días en explicártelos todos; pero en realidad no merece la pena. Sea cual sea el motivo, la cosa es que de repente aparece un bulto.

-Vale-se conformó Lisa.
BOLAS-Muchos de esos bultos no son importantes; pueden ser más o menos grandes, más o menos feos, pueden doler o molestar un poco, pero nada más. La mayoría de los bultos que le salen a la gente no tienen demasiada importancia. Algunos ni siquiera se tienen que quitar: la persona se queda con ellos para siempre, y no pasa nada. En cambio algunos bultos tienen que quitarse, porque si no seguirían creciendo y creciendo. Del tamaño de un guisante pasarían a ser del tamaño de una canica. Y luego de una pelota de ping-pong…

-¡Y luego de una pelota de tenis! ¡Y luego, de un balón de baloncesto! – se rió Lisa.

-¡Imagina! – contestó Roberto poniendo cara de susto-. Por eso hay que quitarlos antes de que lleguen a eso. Porque si no, la persona acabaría teniendo dolor o poniéndose enferma.

-¿Y cómo se sabe si se tiene que quitar el bulto o no? – preguntó Lisa.

-Pues el médico que haya encontrado el bulto, o el médico al que la persona le haya contado que le ha salido un bulto, pide análisis, radiografías y muchas otras pruebas, para poder saber si ese bulto es de los que pueden crecer demasiado o de los que no tienen importancia.

-Como las pruebas que le han estado haciendo a mamá…

-Eso es. Y si las pruebas demuestran que es de los que hay que quitar porque puede seguir creciendo y creciendo, entonces el médico manda a esa persona a mi consulta, para que yo estudie el bulto a fondo con más análisis y pruebas todavía.

-Entonces tú eres el médico de los bultos – concluyó Lisa.

-¡Ja ja ja ja! – se rió Roberto-. ¡Nunca me habían llamado así! Mira, esa es una definición estupenda. Eso es: yo soy el médico de los bultos. Para ser más exactos, de los bultos que crecen demasiado. Los médicos que estudiamos esos bultos nos llamamos  «ONCÓLOGOS«.

-Así que el bulto de mi madre es de los que crecen demasiado – aventuró Lisa.

-Sí. Es de esos bultos que es mejor quitar antes de que lleguen a ser del tamaño de un balón de baloncesto. Este tipo de bultos que no dejan de crecer tienen un nombre. Es un poco feo, pero lo tienes que conocer, porque a partir de ahora lo vas a oír muchas veces. Y así no tendrás la sensación de que te estamos contando las cosas a medias. El nombre que reciben los bultos que crecen sin control es «TUMOR» o «CÁNCER«.

Lisa se puso pálida. Ese nombre ya lo había oído alguna vez…

-Pero la gente se muere de cáncer…-susurró.

-A veces, cariño – reconoció el oncólogo -. A veces sí. Pero cada vez menos gente. Si descubrimos el cáncer a tiempo, cuando todavía es muy pequeñito, tenemos muchísimas armas para combatirlo. Y cada vez más y más personas se curan por completo.

-¿El de mi mamá se puede curar? – preguntó Lisa, con lágrimas en los ojos.

-Yo creo que sí. Lo hemos descubierto muy pronto, es muy pequeño, y vamos a atacarlo con todas las armas que tenemos. Pero tu mamá y yo no podemos vencerlo solos. Os necesitamos a tu padre y a ti.

-¿A mí? – se sorprendió Lisa.

-Sí. Es como si esto fuese una guerra, y ese bulto, ese cáncer que le ha salido a mamá, el enemigo que tenemos que combatir. Pero en una guerra no pelean solo dos soldados. Pelea todo un ejército, ¿no? – le preguntó Roberto.

-Sí…

-Pues tu madre y yo solos no podremos vencer al enemigo. Necesitamos a todo el ejército. Y ese ejército sois todas las personas que quieren a tu madre. Tu madre será el general, la que manda. Tu padre y tú seréis los capitanes, y estaréis en la primera línea del combate. Y entre todos tenéis que elegir al resto del ejército que queréis que luche a vuestro lado.

ejercito largo

-¿Y dónde buscamos los soldados? – preguntó Lisa con interés.

-Entre la gente que tenéis más cerca. Pueden ser familiares, pueden ser amigos; pueden tener cualquier edad; pueden ser muchos o pocos…Sólo hay 3 condiciones. ¡Apunta! – pidió Roberto.

Le acercó a Lisa papel y bolígrafo, y ella, muy atenta, se preparó para apuntar.

-La primera condición: que de verdad os quieran mucho a los tres. La segunda condición: que acepten que en esta guerra hay solo un general y es tu mamá: es la persona más importante y la que tiene que dar las órdenes. ¡No vayan a querer mandar ellos! Y la tercera condición: que estén convencidos de que esta guerra la vais a ganar, y que procuren estar alegres y de buen humor . Porque una guerra puede durar mucho tiempo, y mamá a veces va a estar triste o asustada. Hay días en los que va a estar cansada, sin fuerzas, sin energía. Y no queremos que las personas que vayan a verla le contagien todavía más tristeza y miedo. Queremos que le contagien fuerza y energía positiva, para que pueda pelear mejor. ¿Lo tienes?

-Sí.

-Pues te hago la encargada de la selección de soldados – le ordenó Roberto -. Porque los niños siempre adivináis las intenciones y los sentimientos de la gente. Si te das cuenta de que alguna persona, ¡aunque sea de la familia!, un día viene a veros y no cumple las tres condiciones, debes dar la voz de alarma: «¡Capitán, este soldado hoy viene cargado de emociones negativas! ¡General,  este otro quiere hacer las cosas a su manera y no a tu gusto! ¡No debemos permitir que hoy participen en la batalla!». Y tus padres sabrán cómo decirles cariñosamente que vuelvan otro día que traigan más ganas de luchar.

-¡Vale! – exclamó Lisa, entusiasmada.

-Bien – continuó el oncólogo-. Lo siguiente que tenemos que hacer es entender bien en qué va a consistir la guerra, qué armas vamos a usar contra el enemigo. Voy a explicarte qué tratamientos va a recibir mamá para poder curarse. Todos tienen cosas buenas y cosas malas. Y debes conocerlas para estar preparada cuando ocurran.

ARMADOSARMAS TERAPEUTICAS

-Vale. Voy a apuntarlo todo para no olvidarme de nada – Lisa cogió de nuevo el boli.

-Me parece muy bien – aprobó el médico -. Antes de nada quiero que toda la familia entendáis una cosa. Cada persona tiene un bulto diferente. Y cada persona es diferente, y tiene a su lado un ejército diferente. Lo que significa que a cada persona se le pondrán unos tratamientos diferentes, o en un orden diferente. No quiero que comparéis vuestra guerra, o vuestros tratamientos, con los de ninguna otra persona que conozcáis o que os quiera contar que también ha tenido un cáncer. Lo que funciona para unos no funciona para otros, aunque de entrada parezca que el cáncer es el mismo. ¿Lo habéis entendido todos?

-Sí- contestaron los tres.

EMOCION-Y me gustaría pediros otra cosa. Esta va a ser una guerra larga. Y, como en todas las guerras, habrá momentos de miedo, de dolor, de pena, de rabia, de enfado. Muchas veces tendréis ganas de gritar, de llorar, hasta de dar patadas o puñetazos a la pared o al suelo. Quiero que entendáis que es normal. Y que es necesario. Hay que sacar todas esas emociones afuera. A lo mejor lo hacéis solos, cada uno en su habitación, cuando nadie os vea. O a lo mejor lo hacéis todos juntos y abrazados, hablando y llorando mucho. O lo hacéis delante de algún amigo. Cualquier manera de hacerlo estará bien. Pero hacedlo, sin miedo y sin vergüenza. No dejéis esas emociones negativas dentro de vosotros, porque entonces no permitirán que vuestra energía y vuestra fuerza interior salgan y ayuden a mamá. ¿De acuerdo?

-De acuerdo.

 

-Bueno. Ahora vamos al grano. Lo primero que vamos a hacer es quitar el bulto a tu madre. Es decir: la vamos a operar. Vamos a hacerle una CIRUGÍA.

-¿Cuándo? – preguntó Lisa, preocupada.

-En cuanto podamos, dentro de unos días. Los médicos que operan, que se llaman CIRUJANOS,  la van a llevar a un quirófano, la van a dormir para que no le duela nada  y van a asegurarse de quitarle todo el bulto. Mamá tendrá que pasar unos días en el hospital; y cuando vuelva a casa tendrá una herida un poco fea. Puedes mirarla o no mirarla; como tú quieras; pero no te asustes, porque, por más fea o grande que te parezca, poco a poco se irá curando y lo único que le va a quedar será una cicatriz de recuerdo.

QUIROFANO

-Puff – a Lisa no le apetecía nada ver aquello.

-A veces el bulto es demasiado grande; y para quitarlo hay que quitar también un trozo bastante grande del pecho – Lisa puso tal cara de espanto que Roberto se apresuró a continuar – ¡No te asustes! No pasa casi nunca; pero cuando pasa, más adelante se puede hacer otra operación para arreglarlo y dejarlo tan bonito como antes.

-Bueno…-Lisa no estaba demasiado convencida.

-Lo que sí quiero es que sepas que mamá pasará varios días con molestias y algo de dolor. Y cuanto menos se mueva y menos esfuerzos haga, antes se curará. Aquí tu labor y la del resto del ejército será muy  importante. Tenéis que ayudar a mamá todo lo que podáis, y tú tienes que hacer todo lo que mamá o papá te pidan. ¿Vale?

-Vale.

-Bien. Cuando mamá se recupere de la operación, pondremos  los demás tratamientos. 4 fantasticos¡Porque todavía nos quedan muchas armas en el almacén para esta guerra! Por ejemplo: ¿has visto la película de Los 4 Fantásticos, o has leído los tebeos? Los protagonistas eran unas personas normales que de repente reciben radiactividad y se transforman en superhéroes.

-¡Uy, sí! – exclamó Lisa, entusiasmada-. Míster Fantástico, La Chica Invisible, la Antorcha Humana y La Cosa.

-¿Y a que no les dolió recibir la radiación?

-No – recordó Lisa-. Ellos iban tan tranquilos en su nave y de repente les atravesó la radiación y ya tuvieron poderes.

-Pues a lo mejor tu mamá tiene que recibir un poco de esa radiación que no duele para transformarse en una superheroína.

-¡Hala! ¿Sí? ¡Qué guay! – se entusiasmó Lisa.

-Ya ves. Esa radiación se llama RADIOTERAPIA. Y servirá para destruir por completo cualquier mínimo trocito de bulto que quede después de la operación. Y a partir de entonces tendrás que estas atenta, porque tal vez notes que mamá se empieza a convertir en alguien un poco diferente.

-¡Pero no se transformará en algo como La Cosa, ¿no? – se asustó Lisa.

RADIOTERAPIA-¡Cielos, espero que no! – exclamó Roberto, muerto de risa-. ¡A mí nadie se me ha transformado en algo así, y si veo a La Cosa entrar a mi consulta me moriré del susto! No; la transformación de mamá será menos espectacular que la de los 4 Fantásticos; porque ellos recibieron muchísima radiación en todo el cuerpo, y mamá va a recibir sólo una poquita y justo en la zona donde tenía el bulto.  No tendrá poderes como los de los superhéroes; pero sí que puede desarrollar habilidades que antes no tenía.  Por ejemplo, la habilidad de reírse de cosas que antes le preocupaban.  O la habilidad de no enfadarse nunca más con tonterías. O la capacidad de encontrar todo el tiempo del mundo para estar contigo y papá.

-¡¡¡Qué bien!!! – aplaudió Lisa. ¡Yo quiero que tenga que recibir esa radioterapia!

-Tú tranquila – se rió Roberto-. La transformación de mamá va a comenzar en cuanto le quitemos el bulto, y notarás muchas de esas cosas aunque no tenga que recibir radioterapia. Sigamos con otra de nuestras armas para curar a mamá. ¿Estás atenta?

-¡Sí! – exclamó Lisa, cada vez más interesada.

-Esta es un poquito más difícil de entender: a ver si te lo sé explicar…- el médico se quedó pensativo -. ¿Has ayudado alguna vez a  quitar las malas hierbas o a arrancar alguna planta en un jardín?

-Si-respondió Lisa-. Mi tío vive en el pueblo y a veces le ayudo en la huerta.

-¿Y alguna vez os pasó que tu tío arrancara una planta pensando que la había quitado toda y pasado un tiempo volvieran a aparecer brotes?20151104_142148

-¡Sí! – recordó Lisa-. Una vez arrancó una planta que tapaba el muro. Tenía un tronco tan gordo que tuvo que usar un tractor para poder sacarlo. Dejó un agujero enorme en el suelo, y yo le ayudé a rellenarlo de tierra. Y en verano volvieron a salir ramitas; resultó que habían quedado semillas enterradas en el suelo, o algo así; y volvieron a crecer…

-¡Uy, qué buen ejemplo me acabas de poner! – exclamó Roberto, frotándose las manos-. ¿Y cómo lo arreglasteis?

-Pues…creo que mi tío echó un líquido en la tierra para arrancar las malas hierbas que habían salido y matar todas las semillas que pudieran quedar, para que no volviera a pasar.

-Pues eso es exactamente lo que vamos a hacer con tu madre. Imagina que el bulto, el cáncer, es como una planta que hemos arrancado con la operación. El cirujano cree que la ha quitado entera. Y además, para asegurarnos, le damos la radioterapia, la radiación que no duele y que destruye todos los restos.  Pero a veces, algunos bultos se comportan como la planta de tu tío, y sueltan «semillas» invisibles que se esparcen por varios lugares. Y si no nos damos cuenta, de esas «semillas» crecerán nuevos bultos.

-¿Y entonces qué hacemos? – preguntó Lisa.

MALAS HIERBAS-Pues cuando los análisis nos dicen que el bulto arrancado es de los que pueden haber  «soltado semillas», echamos un líquido para matar esas «semillas» que a lo mejor andan por ahí. Nuestro líquido «matasemillas» se llama «QUIMIOTERAPIA».

-Ah…

-Como no sabemos por dónde pueden andar las semillas, lo que hacemos es meter ese líquido «matasemillas», la quimioterapia, en la sangre de mamá, a través de un pinchacito en una vena.  Y como la sangre recorre todo el cuerpo, el líquido  «matasemillas» viaja por todos los rincones del cuerpo matando las semillas que puedan estar escondidas.

-¡Qué fuerte! – se estremeció Lisa.

-Sí. Y además, para asegurarnos de que matamos todas las semillas, repetimos esa quimioterapia unas cuantas veces. Por eso mamá tendrá que venir al hospital de vez en cuando durante varios meses.

quimioterapia

-¿Y ese líquido duele? – preguntó Lisa, preocupada.

-No, poner la quimioterapia no tiene por qué doler. Pero puede dar algunos problemas. Es un producto muy fuerte, que mata las semillas malas, pero que a veces deja a las personas un poco débiles. No a todas, ¿eh? Hay personas que casi no se enteran. Pero otras pueden ponerse malas, como si tuviesen una especie de gripe. Mamá podría tener ganas de vomitar, o diarrea, dolor de cabeza o de barriga…Habrá días que tendrá que meterse en la cama porque estará muy cansada…A lo mejor hasta tiene que ir alguna vez al hospital porque tiene fiebre…Tendrá unos días un poco peores; y luego poco a poco se irá encontrando mejor.

-Pobrecita mamá…-Lisa miró a su madre con una enorme pena.

-Sí, esta parte es la peor – asintió el médico -. Pero ya te digo, no le pasa a todo el mundo. Hay muchas personas que solo están un poquito más cansadas de lo normal, pero nada más.

-Ojalá mi mami sea de esas-deseó Lisa.

-Ojalá. Pero por si acaso tu mamá es de las que se pone algo enferma de vez en cuando, quiero que recuerdes un par de cosas. Prepara otra vez el boli.

-Ya está.

-Es importante que entiendas que, si mamá se pone algo mala, no significa que esté «peor del cáncer», como puede que oigas comentar a alguien. Sólo significa que el «matasemillas», la quimioterapia, está haciendo su trabajo y buscando por todo el cuerpo si alguna semilla mala se soltó, para matarla. Tienes que saber que todo esto es normal, y que es parte del proceso de curación. ¿Vale?

-Vale.

-También debes saber que estos meses, los de la quimioterapia, son los más largos y difíciles para todos. Y en este tiempo el ejército es más importante que nunca.

-¿Ah, sí?

-Sí. Mamá recibe quimioterapia un día. Y dejamos pasar unas semanas. Durante esas semanas puede estar cansada y sentirse enferma. Poco a poco se sentirá mejor. Y cuando ya se encuentre bien del todo…¡zas!, otra dosis de quimioterapia. Y vuelta a empezar. Y así varias veces.En total van a ser 3 o 4 meses en los que mamá puede sentirse más enferma, más cansada, más triste…Tendrá que descansar y dormir todo lo que pueda, para poder luchar con más energía. Papá y tú tendréis que cuidarla todo lo posible y ayudar mucho en casa.

-Vale – se comprometió Lisa. ¡Aunque sabía que le iba a costar un poco!

-Y tendrás que estar muy atenta para que todas las personas que vayan a visitar a mamá lo hagan cargados de fuerza y energía positiva, para que se la puedan contagiar y ayudarla en la lucha.

-De acuerdo.

-Además la quimioterapia tiene a veces un efecto muy curioso, que tienes que conocer para que no te asustes si ocurre – anunció Roberto -. Hemos dicho que funciona como el líquido que arrancaba las malas hierbas en el jardín, ¿no?

-Sí.

-¿Y qué hay en nuestro cuerpo que es fino y largo como una hierba?

MUÑECA

-Mmmmmmmmmm… ¡El pelo!

-Exacto, el pelo. La quimioterapia puede arrancar el pelo de mamá. El de la cabeza, el de las cejas, el de los brazos…¡Todos los pelos del cuerpo!

-¡Hala! ¿De verdad? – se sorprendió Lisa, abriendo unos ojos como platos.

-Sí. A veces no se cae ni un solo pelo. Pero otras veces uno se va encontrando pelos por todas partes. En la almohada, en la ducha…Y un buen día la persona se despierta sin pelo. Ni en la cabeza ni en las cejas.

-¡Pero estarán feísimos! – exclamó Lisa, mirando a su madre y tratando de imaginársela calva y sin cejas.

-No están feos, solo están diferentes – opinó Roberto -. ¡El mundo está lleno de personas sin pelo que no nos parecen feos en absoluto! Ni siquiera nos fijamos en ellos. Lo que se nos hace raro es que una persona que un día tenía mucho pelo de repente no tenga nada. Pero esto no dura para siempre. En cuanto se termine la quimioterapia el pelo volverá a crecer.

-¿Y esa gente qué hace mientras tanto? – preguntó Lisa, llena de curiosidad.

MUÑECA2-Pues depende de cada uno…Hay personas a las que no les importa quedarse sin pelo, y salen a la calle sin problemas. Otras personas se ponen un pañuelo, una gorra o un sombrero. ¡Sobre todo porque tienen más frío en la cabeza! Y otras se ponen peluca. Hay quien se pinta las cejas, otros no. Cada cual a su gusto.

-Mami, ¿y tú qué te pondrás si se te cae el pelo? – le preguntó Lisa a su madre.

-Pues…yo creo que una bonita peluca o un pañuelo de colores- le contestó su madre-. ¡Pero tengo que pensarlo!

-¿Podemos elegirlos entre las dos? – le pidió Lisa.

-Claro; y además se me ocurre una idea. Las dos podemos ponernos un mechón de pelo de un color divertido: rosa, azul, morado…Yo en la peluca y tú en tu pelo. Y nos lo quedaremos hasta que me vuelva a crecer mi pelo. ¿Qué te parece? – preguntó la madre.

-¡Genial! – contestó Lisa-. ¿Podemos ir esta tarde a comprarla?

PELUCA

-¡No te precipites en dejar calva a tu madre, que a lo mejor ella es de las que se quedan con todo el pelo! – señaló Roberto, divertido.

-Ah…-¡a Lisa casi le daría pena!

-Lisa, podemos ir mirando pelucas y pañuelos, para tenerlos elegidos por si se me empieza a caer el pelo – sugirió su madre.

-Vale – se animó Lisa.

-Y con esto se acabó lo difícil – dijo Roberto-. A partir de entonces mamá solo tendrá que tomar MEDICAMENTOS (eso sí, durante mucho tiempo, ¡durante años!) y venir al hospital de vez en cuando a verme, para ver cómo va todo y asegurarnos de que no aparecen nuevos bultos por ningún sitio.

medicamentos

-¡Bien! – aplaudió Lisa.

-¿Crees que lo has entendido todo? – le preguntó el oncólogo.

-Creo que sí.

hospital-Pues entonces estupendo. Tu madre y yo nos vamos a ver muchas veces en estos meses. Recuerda que mamá tendrá que venir muchas veces al hospital: primero para quitar el bulto, luego varias veces para ponerse la radiación invisible, varias veces también para ponerse el líquido «de las malas hierbas», y unas cuantas veces para hacerse pruebas y análisis para ver qué tal van las cosas. Y si alguna vez está demasiado cansada o tiene mucha fiebre, también tendrá que venir al hospital para que le ayudemos un poco más. Y todo esto será normal, no te tiene que asustar. ¿Te acordarás?

-Sí.

-Y si estás sola con mamá y ella te dice que se encuentra mal y que cree que necesita venir al hospital, y no está papá para traerla, tú puedes llamar a un número de teléfono para pedir que vaya un médico a casa a verla, o una ambulancia para traerla al hospital. ¿Sabes qué número es ese?

-El 112.21.1

-Muy bien – aplaudió el médico -. Cuando llames y te pregunten qué está pasando, tendrás que contestar que tu mamá ha tenido un bulto en el pecho, que se lo han quitado, que le han puesto «radioterapia» y «quimioterapia». Y que ahora se encuentra mal. Cuando se ponga un médico le dices qué es lo que le ocurre: que tiene mucho dolor en alguna parte, que tiene mucha fiebre, que está vomitando…lo que sea. Y el médico del 112 sabrá si tiene que mandar a otro médico a casa o si será mejor traerla en ambulancia al hospital. ¿Vale?

-Vale.

-Y siempre que tengas alguna pregunta puedes llamarme o venir a verme, y hablaremos de todo lo que quieras. ¿De acuerdo?

-¡De acuerdo!

Lisa abrazó a Roberto y salió de la consulta de la mano de sus padres, sintiéndose mucho más tranquila. Ya no tenía tanto miedo. Estaba segura de que iba a ser de gran ayuda para su madre en esa guerra que estaba a punto de empezar. Sabía todo lo que iba a pasar; sabía qué tenía que hacer; y sabía que no iba a estar sola. Siempre iba a poder contar con el «médico de los bultos» ,y con las personas del 112 si estaba sola en casa.

-¡Puedes estar tranquila, mamá! ¡Vamos a formar el mejor ejército para ti! ¡Todo va a salir bien, ya lo verás!

Y  Lisa se convirtió en el mejor soldado del mundo. Buscó un ejército fuerte y valiente de familiares y amigos, y estuvo siempre alerta para detectar a las personas con energía negativa. Ayudó a su madre en todo y procuró no molestarla cuando descansaba. Se atrevió a mirar la herida (que era menos fea de lo que se había imaginado) y hasta ayudó alguna vez a curarla. No tuvo miedo cuando vio a su madre vomitar o marearse alguna vez. Explicó cómo eran las cosas a las personas que, asustadas, no entendían muy bien lo que estaba pasando. Una vez que su madre se puso con fiebre le recordó a su padre que podía llamar al 112 para pedir consejos al médico.

Y un día, cuando ya se habían terminado las sesiones de radioterapia y quimioterapia, Lisa fue con su madre a visitar al «médico de los bultos». En cuanto vio a Roberto, le echó los brazos al cuello y le susurró:

-¡Tenías razón! ¡Mi madre se ha convertido en una mamá mucho más especial! ¡Se ríe mucho más, está mucho más tiempo conmigo y ya no se enfada casi nunca!

los-increibles-wallpaper-09-Ya te lo dije – sonrió Roberto-. Todos los superhéroes tienen que pelear duro y pasarlo mal alguna vez. Pero si vencen, se transforman en personas geniales.

-Pero sin la ayuda de Lisa yo no lo hubiera conseguido tan fácilmente – dijo su madre, orgullosa-. ¡Ella también ha sido una pequeña heroína! ¿Verdad?

-¡Y tanto! – asintió Roberto-. En realidad os habéis convertido todos en una familia de superhéroes, ¡como Los Increíbles!

-Oye, tú tienes mucha suerte – le comentó Lisa, pensativa-. Porque tú conoces a un montón de personas que se han convertido en superhéroes, ¿verdad?

Roberto se echó a reír.

-¡A muchísimas! En realidad las calles están llenas de superhéroes; lo que pasa es que muchos van de incógnito, y nadie se da cuenta. Pero yo conozco a un buen puñado de ellos.¡Ya ves, yo tengo uno de los mejores trabajos del mundo!

 

19.1

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Una respuesta a “EL MÉDICO DE LOS BULTOS (explicando a los niños el cáncer de mama)

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  1. Precioso Marta, gracias por compartir y enseñarnos a luchar, en la vida real, contra esos mostruos que todos creemos que son imaginarios, hasta que se nos aparecen y nos sentimos derrotados e incapaces de luchar.
    Tú nos muestras como preparar nuestro ejercito, nos haces sentir que no estamos solos, que el problema no es solo nuestro y que es una batalla a librar junto a los que nos quieren.

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