EXPLICANDO LAS CONVULSIONES A LOS NIÑOS DE INFANTIL

Una profe me cuenta que una niña de 3 años de su cole ha sufrido una crisis epiléptica en casa y que quiere tratar de explicárselo a sus compañeros de clase. Me pide que adapte el cuento de la convulsión un poquito más para que los niños más pequeños lo puedan entender mejor. 

Así que aquí va un «cuento» cortito dedicado a la pequeña Paula, para que sus amiguitos comprendan lo que le pasa y cómo pueden ayudarle.

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Vuestra compañera Paula es epiléptica. ¿Sabéis lo que significa eso? Que a veces su cuerpo comienza a moverse solo, sin que ella pueda evitarlo. Los brazos, las piernas, los ojos, la cabeza…todo se le mueve a la vez.

¿Y por qué pasa eso? Vamos a ver si os lo puedo explicar.

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Imaginaos al hermanito o a la hermanita pequeña de alguno de vosotros. Un bebé de 1 o 2 años, por ejemplo. Los hermanitos de 2 años son muy graciosos, pero también se enfadan con frecuencia, tienen muchas rabietas. Si les quitas un juguete cogen una rabieta. Si les riñes un poquito cogen otra rabieta. Si mamá no les da una galleta cogen otra rabieta.

Y cuando los bebés cogen una rabieta ¿qué hacen? Pues chillan, lloran, se tiran al suelo y patalean,  se quedan en el suelo tirados y no se quieren levantar.10502125_707956765919871_8130197483362170369_n

Y a veces la rabieta ha sido tan grande que el hermanito termina muy, muy cansado y se queda dormido un rato muy largo.

Pues algo parecido les pasa a los niños con epilepsia: que su cerebro es muy sensible y coge rabietas de vez en cuando. Pero no es que Paula o los demás niños epilépticos sean unos caprichosos, ¿eh? Ellos no lo hacen adrede, no lo pueden evitar; es que su cerebro es especial, un poquito diferente, y a veces les hace hacer las cosas de un modo diferente. ¡En realidad todos somos diferentes, todos tenemos algo especial y todos hacemos algunas cosas de modo diferente a los demás!

¿Y qué es el cerebro? Es lo que tenemos dentro de la cabeza y que nos hace pensar. Y es el que hace que movamos un dedo, una mano, abramos y cerremos la boca y los ojos, nos rasquemos la nariz o nos subamos al columpio. Es el jefe del cuerpo. El cerebro de nuestra cabeza da órdenes a nuestro cuerpo para que se mueva. Nuestros brazos y piernas, nuestras manos, pies y dedos, nuestra boca, nuestros ojos y oídos, siempre hacen lo que el cerebro les manda que hagan.

Cuando nuestro cerebro está tranquilo nos manda mover el cuerpo de forma tranquila y ordenada: ahora una mano, ahora un pie, ahora un dedo. Pero si el cerebro coge una rabieta, nos puede hacer mover todo el cuerpo de golpe y sin que podamos parar de hacerlo.20150323_135957

Hay muchos niños que tienen un cerebro que coge rabietas con la fiebre. El cerebro de otros niños, de los niños epilépticos como Paula, coge rabietas con las luces muy brillantes, o cuando están muy cansados, o cuando no se han tomado sus medicinas. Y cuando un cerebro coge una rabieta, el niño comienza a mover todo el cuerpo y no puede parar. Eso se llama “convulsión”. A veces el niño hasta se hace pis, de lo enfadado que está el cerebro.

Una “convulsión” puede durar un ratito largo, como la rabieta del hermanito, que puede estar un buen rato llorando y pataleando en el suelo. Pero el cerebro y el cuerpo se acaban cansando, y en pocos minutos se dejarán de mover.  Los papás y los abuelos se asustan mucho cuando ven una convulsión, porque el niño no puede hablarles para decirles que no pasa nada, que sólo es una rabieta de su cerebro y que en poco tiempo, cuando el cerebro se canse, dejarán de moverse así. Pero tenemos que estar tranquilos, no pasa nada. No hay que asustarse. disgusto

Y el niño termina tan cansado después de mover todo el cuerpo con la convulsión, que luego siempre se queda dormido, igual que los bebés después de una rabieta muy grande.

 Imaginaos que un hermanito viene a vernos hoy al cole y tiene una rabieta aquí, delante de todos nosotros: se tira al suelo y se pone a llorar y a patalear. ¿Qué hacemos nosotros?

A un bebé con una rabieta no hay que sujetarle con fuerza, ni intentar cogerle en brazos, porque si le hacemos daño se pondrá más enfadado y todavía tardará más en tranquilizarse. Hasta nos puede dar patadas, puñetazos y mordiscos. Tampoco hay que intentar meterle el chupete en la boca si él no lo quiere, porque seguramente lo escupirá o nos lo tirará a la cara. Solo hay que dejarle tranquilo tirado en el suelo hasta que se le pase la rabieta. Es lo que hacen la mayoría de los papás, ¿a que sí?

Y entonces, cuando ya se le ha pasado el enfado, le cogen en brazos, le llenan de besos y de mimos, y le dicen que están muy contentos de que haya dejado de llorar. Y si se queda dormido, le ponen en la sillita o le llevan en brazos y le dejan dormir para que descanse, hasta que se despierte. Y continúan con lo que estaban haciendo todos antes de tener la rabieta.

Imaginad ahora que el cerebro de Paula coge una rabieta aquí, estando en clase. Y Paula se cae al suelo y todo su cuerpo empieza a moverse: tiene una convulsión. ¿Cómo le podemos ayudar nosotros?

Pues al cerebro con una rabieta hay que tratarle igual que al bebé con una rabieta: con suavidad y cariño. Si vemos a Paula o a un niño que está en el suelo con una convulsión, no tenemos que sujetarle demasiado fuerte, o le haremos daño. Tampoco tenemos que intentar meterle nada en la boca, porque nos puede dar un mordisco y le podemos hacer daño en los dientes. Hay que dejarle tranquilo en el suelo, hasta que a su cerebro se le pase la rabieta.

Y tenemos que ir corriendo a avisar a un mayor, a un profesor si le ocurre en el cole, o a un papá o una mamá si le ocurre en casa o en el parque. Los mayores siempre tienen que saber que a un niño le está pasando esto, que está teniendo una convulsión. ¡Ah, y hay que decirles que tranquilos, que no se asusten, que no pasa nada, que es solo una convulsión, una rabieta de su cerebro! ¡Porque los mayores siempre se ponen muy, pero que muy nerviosos con estas cosas!

20150323_230046Y cuando la rabieta se pasa, el niño epiléptico siempre se queda dormido, porque su cuerpo siempre termina muy cansado. Paula seguramente se quede muy dormida, tan dormida que no se puede despertar aunque la llamemos, o la movamos. Para que descanse mejor le tenemos que poner de lado, no podemos dejarle boca arriba porque respira peor. Poner de lado a Paula si se queda muy dormida es muy, muy, pero que muy importante. Es lo más importante de todo. Así sí que le estamos ayudando muchísimo.

Paula se despertará enseguida, pero su cerebro estaba tan enfadado que seguramente no se acordará de nada de lo que le ha pasado. A lo mejor se despierta asustada, nerviosa, llorando. Eso es normal. Dejadla tranquila, que seguramente en poco tiempo estará como nueva. Y entonces sí que la podéis abrazar y dar besos y contarle todo lo que le ha pasado.20151019_232451

Pero si nos parece que tarda mucho en despertarse, o si tenemos miedo, tenemos que avisar a un médico o a una ambulancia: llamaremos al teléfono 112. ¡Si los mayores no se acuerdan de este número, vosotros tenéis que recordárselo!

«Tenía yo una vez a mi amiga muy dormida, tenía yo una vez a mi amiga muy dormida, que no podía, que no podía, que no podía despertar.

¿Qué tengo que hacer yo si mi amiga está malita? ¿Qué tengo que hacer yo si mi amiga está malita? Pedir ayuda a un mayor y llamar al 1, 1, 2».

19.1

4 respuestas a “EXPLICANDO LAS CONVULSIONES A LOS NIÑOS DE INFANTIL

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  1. Me encanta el cuento se le leere a mi hija esta tarde para que asi consiga entender lo que la pasa cuando la sube la fiebre y a su hermanito que aunque lo ha vivido una vez todavia no lo he hablado con el por no saber como explicarselo, gracias un saludo.

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